“Quiero regresar, una vez más, al día en que todo tuvo sentido. A aquella época donde el estrés no existía, y lo único que me impulsaba era la curiosidad por algo nuevo. No veía los desafíos ni buscaba una meta, solo avanzaba, impulsado por la creencia de que podía crear algo significativo.”
Al menos eso pensaba de mi cuando tenía 15 años y traté de aprender a tocar la guitarra. Mi madre me compró una de la marca Taylor, que costó alrededor de 400 dólares. Al principio, se sintió bien; sentía tanta felicidad de por fin aprender algo que me gustaba. Lastimosamente, creo que estaba más enamorado de la idea de aprender a tocar la guitarra que de, en realidad, aprender a hacerlo. Mis esfuerzos por seguir viendo tutoriales, tomar lecciones y practicar todos los días se fueron a la basura después de pocos meses. Este es un ejemplo claro de quién he sido toda mi vida: un inútil a la hora de tomarse las cosas en serio.
Dentro de mi carrera siento que es diferente. Desde que ingresé, me doy cuenta de que, incluso sin querer hacer algo, lo termino haciendo por la obligación de simplemente hacerlo. Lo único que me salva y me da crédito es el hecho de que, cuando empiezo algo, lo termino y lo hago bien. A pesar de esto, sigue existiendo el mismo problema, y es que siento que mis logros no son míos, más bien son el resultado de un sistema educativo que me obliga a estudiar incluso cuando quiero que la tierra me trague. Busco el escenario perfecto, ese instante donde todo encaje y fluya sin esfuerzo. Por ya 2 años, he tenido muchos intentos fallidos y noches de confusión en las que cuestionaba si realmente estaba hecho para esta carrera. Incluso pasando mis clases hasta el día de hoy, a veces pienso que tal vez soy un fraude. Estoy cansado de esto, quiero mejorar, quiero hacer mis ideas una realidad, quiero comprobarme a mí mismo de lo que soy capaz por mi propia cuenta, sin importar lo que me cueste. Es lo que he buscado toda mi vida y lo único que me impulsa a seguir incluso cuando más me odio.
No eres el reflejo de un mundo injusto ni de personas injustas. Eres quien eres por ti, y solo tú tienes el poder de transformarlo todo.